jueves, 23 de febrero de 2006

A mi amigo Eustasio

Querido amigo Eustasio Collazos Simón
¿Te acuerdas? cuándo dando la lección,
ante el bueno de Don Juan Soria Pérez,
buen maestro, insigne y con vocación,
el catecismo del padre Ripalda refiere:

“La Ley del Ayuno se basa, requiere
no hacer más de una comida al día,
si bien, a veces y algunos se permitía:
un ligero desayuno y una frugal colación”

Eustasio, ¿a ver si te sabes la lección?
explicanos a todos este concepto.
Te requirió, nuestro particular maestro

¡Si, si eso es así, es verdad Don Juan!
mis hermanos cumplen este precepto,
vamos, lo cumplen tan a rajatabla,
que comen tanto que casi no hablan
y lo hacen tan rápido y tan deprisa
como el padre Ripalda nos precisa”

La rica y hermosa lengua castellana
nos juega estas malas pasadas,
¿pues no es ligero ir deprisa?
entonces ¿por qué nos da tanta risa?

Amigo Eustasio Collazos Simón
en verdad tenías toda la razón
sería cosa de necios o de un loco
trabajando tanto, comer tan poco.

Y aquella tarde de primavera
a lomos de tu yegua alazana
al galope, los dos, por la carretera
el ánimo alegre, la ilusión ufana.

Coche que de improviso aparece
más bien lento, sin carrerilla
la yegua se espanta y enfurece
pegando un gran respingo envía
a ambos, al Pitacha y al Zapatillas
por los aires, al medio de la vía

¡Ay Dios! quedé hecho papillas
ya que al caer yo el primero
tú me caíste encima, por eso,
sin ningún rasguño: saliste ileso.

Vaya morchazo muchachos
¿No podéis ir mas despacio?
--nos recriminó tío Arturo
Vais como locos, Andrés, Eustasio
nadie dará por vosotros un duro.

Vaya con tu bonita yegua alazana
quedé con la espalda tan lastimada,
que estuve doblado toda la semana,
pero de lloriqueos y de quejas nada,
además, de que llorar es de cobarde
no debe, no puede saberlo mi madre.

¡Eustasio, por todos los demonios
voy a ir a lavarme en el arroyo
por favor, no se lo digas a nadie!.

Y esa tarde de un invierno triste,
cerca de la casa de tía Matilde,
persiguiendo a una gallina volandera,
hasta con gafas te caíste a la pedrera

“Tengo frío, estoy empapado, dijiste
Tía Matilde me he caído en la pedrera
asustado, José Manuel te recriminaba
“Vete a tu casa, mejor a la de tu abuela,
pero a mi madre no le cuentes nada”

Pero Matilde mujer bondadosa
sin hacer ningún tipo de reproche
te estuvo secando toda la ropa,
hasta bien entrada la noche.

Y la que se lió en la escuela
cuando alguien propusiera
mandar una misiva escrita
a nuestra chica favorita

Alguien interceptó el mensaje
y nos denunció al pedagogo
no voy a entrar en detalle
de lo que decía el escrito
quizás un poco, lo admito,
un poco subido de tono

Tú, Andrés “Bártula”, yo
alguno más que no me percato,
¿Juanvi andabas tu por allí?
además, claro, estaba el chivato

¡Por Dios y todo su estamento
al cuartel de la Guardia Civil
que les sirva de escarmiento
que muchachos tan mocosos
hoy, no se puede consentir
sean tan malos y libertosos!

Casi nos meten en la cárcel
que tragedia tan execrable
¿dónde la habrán aprendido?
¡el demonio que los ha poseído!

Sólo teníamos siete u ocho años
tan inocentes, tan sin resabios
los más ignorantes del universo
en cuestiones y materia de sexo.

¿Cuál fue ese gran agravio?
¿qué te ofendió tan de veras?
¿qué te ofuscó tanto el animo?
¿Por qué escribiste en las aceras?
“Don Juan Soria, es un maricón
yo, Eustasio Collazos Simón”

Este gesto de rabia, de valentía
de todo punto de vista temerario
a tu bonita, pero, rebelde caligrafía
el escarmiento hacía necesario

No se hizo esperar mucho el castigo,
ante la audiencia de toda la clase,
creo que fue aquella misma tarde,
hasta las chicas estaban amigo

Tu padre, con una vara de olivo,
dejó tan negras, tan señaladas
tus tiernas piernas sin abrigo
que nos dejó partida el alma

Si es que existe, estarás en la gloria
y habrás visto que Don Juan Soria
no era, ni mucho menos: un maricón,
era buena persona, buen profesor.

Te recuerdo, me recuerdo Eustasio,
como Blasillo y su inseparable amigo,
tiernos personajes del Forges “El Sabio”
jugando entre las flores y el trigo

Soñando sobre el verde tapiz del suelo
encontrar la libertad y otros dones
por toda la inmensidad azul del cielo
entre blancas nubes de algodones

Andrés Gómez Ciriaco

miércoles, 22 de febrero de 2006

Salutación

Nace este blog con la intención de servir de herramienta de comunicación entre todos los Monroyegos, el deseo es de que sea un lugar de encuentro, de reflexión serena, con la libertad de expresión como bandera de conquista demócrática y como únicos limites: la tolerancia y el buen gusto.



¡Oh Monroy, mi Monroy!


patria de mi infancia,


teatro donde se han dado


medievales batallas.


Castillo-palacio señorial,


Iglesia de Santa Catalina


Por todas tus esquinas


he vuelto a pasear.


y a recuperar sentimientos


que las piedras envian hoy


con el aire de otros tiempos


¡Oh Monroy, mi Monroy!




Andrés Gómez Ciriaco