martes, 25 de septiembre de 2007

LAVANDERAS DE MONROY EN ARGENTINA


En más de una ocasión he comentado en esta misma página la magia que para mí supone todo lo relacionado con INTERNET, creo que habrá en la historia de la humanidad un antes y un después de la era INTERNET.
El pasado domingo 29 de julio, se recibía en mi casa de Madrid, una llamada desde Buenos Aires, preguntaron por mí, en ese momento yo no estaba en casa, contestó mi mujer, Maribel, una señora argentina llamada Josefina Ocampo, pedía permiso para utilizar un fragmento de mi poesía, Fuente de la Amapola, en una página web que pensaba crear, la poesía la había encontrado en este blog, buscando artículos relacionados con las lavanderas
Una vez intercambiadas las correspondientes direcciones de correo electrónico, Josefina Ocampo me contaba que en el año 1999 comenzó una plantación de lavandas, que había hecho para el museo de La Ciudad de Buenos Aires una muestra con artículos de planchado, que coleccionaba tablas de lavar y decía:

“Al mirarlas veo quien ha lavado con las dos manos, quien ha puesto el esmero en el lavado a la derecha o a la izquierda, algunas tan maravillosamente gastadas, trabajadas, cada vez que consigo una, pregunto sobre su origen, quién la usaba y mando hacer una chapita enlozada con su nombre, me gustaría ponerle a alguna tabla en nombre de Eufrasia”
Me hacía también la petición de si podía adaptar una de las estrofas para unir las lavanderas al aroma de lavanda, me decía:

“Están absolutamente relacionadas, ya que he leído, que antiguamente, apoyaban las ropas sobre romeros y lavandas para que se secaran con sus aromas, y yo misma lo hago en mi campo La Lavandera”

Yo le contesté diciendo que:

Es un honor para mí, que figure en la página sobre las lavanderas, un fragmento de mi poesía Fuente de la Amapola.
No había asociado lo de las lavanderas y la lavanda, por cierto, mi perfume favorito, en el lugar donde trabajo hay muchas plantas de lavanda, todos los días recorto sus flores y me las guardo en el bolsillo de la chaqueta, ya que una vez secas, siguen perfumando con más intensidad si cabe.
Es muy bonito lo que cuenta, Josefina, sobre las tablas de la lavanderas, y lo de ponerle a una tabla el nombre de Eufrasia, me ha emocionado grandemente, ya que Eufrasia era una mujer muy trabajadora y abnegada en una época muy dura que nos tocó vivir en la España rural, con ésta poesía he pretendido rendir homenaje a toda esa gente, que por un salario casi de subsistencia, contribuyeron al desarrollo de lo que hoy es España.


Responde Josefina:

Que lindo que corte unas espigas de lavanda y las lleve en su chaqueta, quizás por estos días sienta a Eufrasía en ellas, hoy he mandado hacer una chapita con su nombre
Y sí, la lavanda es una planta aromática, y como casi todas, su perfume es más intenso cuando se ha secado el grano, pero el aroma de lavanda fresca es inigualable, para mí, es una fiesta la cosecha, la espero y trato de demorarla lo más posible.Tengo algunas tablas de lavar muy especiales, es en ellas, donde hoy, desgrano mis lavandas.
Vendo productos con lavanda, bolsitas, almohadas...,También plancho, me encanta el planchado de sábanas y mantelerías antiguas, tengo conocidas que me traen sus blanquerías para asolear en la lavandera

Mi respuesta:

Estimada Josefina, lavandera por partida doble, porque no sólo lava con amor y esmero las mantelerías de hilo antiguas, sino, que además, cultiva la aromática lavanda, dando ese toque de distinción, ese toque de mujer enamorada de su trabajo, el toque del trabajo bien hecho. El gran poeta, Juan Ramón Jiménez, decía que no había nada mejor en ésta vida que el trabajo gustoso, creo, Josefina, que lo decía refiriéndose a personas como usted, que han conseguido en su profesión hacer aquello que realmente les gusta.
Además de ser un enamorado de la lavanda, también lo soy de las mantelerías antiguas, de las sábanas de hilo, me encantan las mesas puestas con la mantelerías de hilo bordadas y una bonita vajilla, me encanta las bolsitas de lino con lavanda perfumada dentro, que pena que no tenga una tienda en Madrid, porque seguro que sería un asiduo cliente
.

Bueno pues hoy me ha enviado un mensaje donde ya tiene creada su página www.lalavandera.com.ar
En el apartado Filosofía, ha incluido el fragmento de la poesía Fuente de la Amapola.

¡Ay! Fuente de la Amapola
donde iban las lavanderas
a cuestas con sus tristezas
y rebosantes cestos de ropa
sobre tan frágiles cabezas.

Lavanderas de mi infancia
y de mi juventud primera
para tan exigua ganancia
¡qué vida tan inhumana era!

El cesto grande, muy grande
pocas, muy pocas las fuerzas
largo, demasiado largo el viaje
flojas, muy flojas las piernas

Y a ti, querida Eufrasia,
lavandera fiel de mi casa;
sencilla, laboriosa, necesaria,
mi reconocimiento y estima
a ti, y a todas las lavanderas
lavanderas de mi infancia

Quisiera volver ahora,
recobrar aquellos olores
a ropa limpia y soleada
Recibiendo a la aurora,
escuchar los ruiseñores,
al sentir la madrugada.

Fuente de la Amapola
por lavanderas sufridas,
otrora alegre y concurrida,
hoy tan silenciosa y sola


Y también a ti, querida Josefina,
mi reconocimiento y estima,noble y doble lavandera argentina.

martes, 18 de septiembre de 2007

Dos niños y un tren

Un día caluroso de un caluroso verano, un atardecer dorado, un pueblo de Salamanca, un tren parado en la estación, un niño mirando por la ventanilla, con envidia, a otro niño.

El niño viajero está sentado en un asiento de madera de un vagón de tercera, el otro niño está de pie, sostiene una bicicleta por el manillar y mira fijamente al niño viajero ¿con envidia también?

El niño viajero, no tiene ni ha tenido nunca bicicleta, trabaja de botones en San Sebastián y vuelve de su pueblo de Cáceres después de pasar quince días de vacaciones.(De mayor se enteró que le correspondían treinta días)

Al niño viajero le gustaría ser como el niño de la bicicleta, estar en su pueblo, aunque no haya trenes y esperar al coche de línea donde vienen los que se han ido.

Sin embargo, posiblemente, el niño de la bicicleta envidie al niño viajero, que a sus quince años puede viajar solo ¡ eso si que es libertad!.

Pero el niño viajero, está triste, muy triste, el no ha elegido irse, le han obligado las circunstancias.

¡Naturalmente que viajar en tren, cuando se tienen quince años, es signo de libertad, pero sólo si uno lo ha elegido!

Andres Gómez Ciriaco