viernes, 30 de diciembre de 2011

Creíamos que íbamos a poder cambiar el mundo

 Y ni siquiera somos  capaces de dar de baja a una línea de teléfono. 

Esta carta fue enviada el pasado día 13 de diciembre y aún no he recibido respuesta.

Madrid 13-diciembre-2011

MOVISTAR
Apartado 151124
28080 MADRID


Señores:

Procedan a dar de baja  línea del teléfono 682736613.

MOTIVO PRIMERO: Porque estaban cobrando 2 euros y han pasado a cobrar 5.

MOTIVO SEGUNDO: Porque el IPHONE hace ya las funciones del pincho.

MOTIVO TERCERO:  Porque me da la real gana.   
                           
Se adjunta fotocopia por ambas caras de mi DNI.

Y no me despido atentamente, porque ustedes han hecho todo lo posible para que me sienta indignado y esté considerando seriamente  darme de baja de todos los contratos  que tengo con MOVISTAR.

Es kafkiano, esperpéntico, indignante,  tercermundista, que no haya podido darme de baja en sus oficinas de la Gran Vía, fue allí donde lo contraté, la señorita repetía como un papagayo: “Llame al 1004, las bajas solo se tramitan por el 1004”. Pero es que tampoco por el 1004. Ni siquiera por Internet,  con DNI electrónico o con certificado digital. En el 1004 de los huevos te dicen que hay que mandar una carta con fotocopia de tu DNI, por el anverso y el reverso, meterla en un sobre, (la carta se entiende) poner un sello echarla en un buzón y esperar que ustedes decidan cuando la reciben y tengan a bien darme la  baja.

Andrés Gómez Ciriaco
(Usuario muy indignado con MOVISTAR)

miércoles, 19 de octubre de 2011

FELIZ CUMPLEAÑOS


Hoy es el cumpleaños de mi hermana Milagros, también es el 
cumpleaños de mi amigo Manolo Figueras, y el de la niña de 
mis ojos:  Irene Escolar Navarro, gran actriz, mejor persona.

Desde aquí quiero felicitarles y dedicarles esta poesía, que aunque 
la escribí en su día para Irene,  puede valer, en cuanto a los deseos, 
para los tres.

PALABRAS PARA  IRENE

Que a lo largo del camino
encuentres gente amable
que no te asuste el destino
que no te ofenda nadie.

Que tu corazón se emocione
con las cosas más sencillas
que seas tan humilde
que te ensalce la vida.

Que haya siempre un hombro
donde reclinar tu cabeza,
que no decaiga tu asombro
que se note tu nobleza. 

Que lo sencillo no es lo necio,
que una cosa es el valor
y otra cosa el precio
y lo de más valor: el amor.

Que no te falte nunca la razón,
que tus rosas no lleven espinas,
si acaso, sólo pequeños abrojos,
que siempre seas una niña,
la niña de nuestros ojos
y la de nuestro corazón.

 Andrés Gómez Ciriaco

miércoles, 21 de septiembre de 2011

MONROY UN PUEBLO CON SUERTE




Monroy debe ser un pueblo con suerte, pues uno conoce a bastante gente de Monroy a los que les ha tocado algún premio. El más importante fue en vísperas de los toros cuando hace años le tocaron  doscientos millones de pesetas a Joaquín (q.e.p.d), con el dinero de la lotería se compró la finca Piezarza, cuyo nombre motivó el apodo de mi padre y mi seudónimo.

También creo que fue en el mes de septiembre cuando tocó a varios vecinos de Monroy el primer premio en sorteo de la Once, con cantidades importantes para Miguel Ángel Camarero, Pablo Simón (q.e.p.d) y algunos más que ahora no recuerdo.

 A la hermana de Tomás Tobías, también le toco una importante cantidad en la Lotería primitiva,  creo que fueron cerca de noventa millones de pesetas.

A Domi, Mati y a mi hermana Mena en distintos sorteos de la Once les ha tocado también el primer premio, cinco millones de pesetas a cada uno. 

Y a mí, sin ir más lejos, me tocaron ochocientas mil pesetas en el tercer premio de la Lotería Nacional, la víspera de mi cumpleaños el día 7 de diciembre de 1979 y un Citroen AX en un sorteo de Hipercor.

Teniendo en cuenta el cálculo de probabilidades  de todos los sorteos,  se me antoja muy elevado las veces que hemos obtenido premios gente de Monroy.

Pues para mayor abundamiento sobre la suerte de los monroyegos, resulta que el pasado jueves, día 15,  a un hijo de José Canelo le han tocado  1.300.000 euros en el sorteo de la  Lotería  Primitiva. El boleto   fue sellado en el Estanco de Camino Llano de Cáceres, que regenta Paloma Mohedas Saavedra, que debe ser hija de Antonio, y por tanto sobrina de Juanita y Tere, y nieta de Felipa, familia  muy querida por la mía.  En la entrada Aspirante a Bachiller  hago mención a esta entrañable familia.

Entre las notas que tengo apuntadas y que me sirven de guión para escribir mis vivencias en Monroy,  aparece en primer lugar para ser desarrollada esta: “Torta de chicharrones. Los extremeños el culo del mundo, José Canelo

Y uno se alegra especialmente de estas coincidencias, por el Premio a un monroyego, porque sea un hijo de José Canelo, porque haya tenido lugar en una Administración de una familia muy querida y porque coincida en el tiempo que en mis notas para este blog mencione a su padre (q.e.p.d), el pequeño de los Canelos, familia también muy querida por todos nosotros los Pitachas.

José Canelo y su mujer cuando eran novios eran asiduos a nuestro baile y formaban parte de esas parejas simpáticas, que bailaban muy bien  y uno deseaba,  cuando fuese mayor y tuviese novia, poder bailar y ser tan simpáticos como ellos.

El hijo de José Canelo está casado con una hija del Chapi, al que le viene el mote por su padre tío Chapirango. Contaba el Chapi, un día en el Casino, que cuando eran jóvenes venían  a mudarse al pueblo cada quince días, solían venir andando desde las fincas de Las Lapas y Las Sauceras  distantes de Monroy más de quince kilómetros. Inmediatamente de haberse mudado, salían, también andando,  para ver a sus novias que estaban sirviendo en Cáceres. A veces resultaba que cuando llegaban al río Almonte, no podían pasarlo por la crecida de las aguas y tenían que seguir el curso del río hasta el Aguijón de  Pantoja, donde estaba el Puente de San Francisco.  Hacían más de treinta kilómetros andando hasta Cáceres, para estar un ratito con la novia, y seguramente, lo más que sacaban era algún beso robado.

Y lo de la anotación Torta de chicharrones. Los extremeños el culo del mundo, José Canelo” Obedece a que estando José Canelo haciendo trabajos de carpintería para convertir el salón de baile en una granja de gallinas, yo me atraqué de bollas de chicharrones y tuve un empacho que hizo que abominase de las bollas y de los chicharrones mucho tiempo. Y a pesar del empacho, uno recuerda cómo éste comentaba que estando en la mili supo que los extremeños estábamos considerados como los más atrasados de España y que, a su vez,  España era una de las naciones mas atrasadas de Europa. 

Este comentario me dolió mucho, pues pensaba que éramos el no va más, tanto los extremeños, como los españoles. Uno había leído en los libros de historia las hazañas de los conquistadores extremeños en América, y sobre todo de uno muy cercano, Francisco Pizarro, del que se  decía que había estado cuidando cerdos en los alrededores de Monroy y al que mi mente de niño lo situaba en la finca del Pizarro, donde mi tío Churro cosechaba.

También había leído en los libros de historia y en  la propaganda de la época, lo del orgullo de ser español, lo de “España una unidad de destino en lo universal”, lo del “Por el Imperio hacia Dios”, lo de “Una, grande y libre”, lo de “Que éramos los hijos del gran Pizarro los hijos éramos del gran Cortés y en  nuestro pecho noble y bizarro un almanaque que fuego es” Ah  no, perdón,  que era “un alma late que fuego es”.

Y resulta que todo eso no era más que retórica. No terminaba de asumirlo, pero empecé a darme cuenta de que algo de razón debía tener José Canelo, cuando veía que la gente de mí alrededor abandonaba el mar de encinas buscando otros mares  donde no naufragase su vivir.

En este sentido los nacidos en Monroy no habíamos tenido tanta suerte, pues más de la mitad nos vimos obligados a abandonarlo a nuestro pesar.

Aunque, quién sabe, a lo mejor ahora con la perspectiva que da el tiempo, esto también haya sido un factor de suerte, pues sin duda,  la gran mayoría, en alguna ocasión, hemos encontrado esos otros mares y nos ha quedado intacto el mar de encinas de nuestra infancia,  para volver cuando queramos, aunque sea en sueños.

martes, 28 de junio de 2011

Gente y veranos afables



Este fin de semana he podido gozar una vez más de las noches frescas del verano monroyego, tan frescas que yendo de Cáceres a Monroy con el coche descapotado sentimos frío mi mujer y yo.

Maribel ha podido hacer realidad su sueño de ir en un descapotable y que el viento del atardecer acariciase sus cabellos y, para que no se desmadrasen demasiado, ponerse un pañuelo al estilo de  las protagonistas de las románticas películas en blanco y negro.

He podido hacer una de las cosas que más me gustan cuando estoy en Monroy: dormir con la puerta abierta del balcón contemplando desde la cama las estrellas que brillan intensamente en el azul oscuro, casi negro, de la bóveda celeste de las noches monroyegas y, al mismo tiempo, recibir la brisa en la cara del aire impregnado por el aroma a pasto seco, y oír, de cuando en cuando, entre el silencio y más silencio, el canto de un gallo.

He corrido mi hora diaria en la piscina, ante la curiosidad de niños y mayores. Había un niño muy simpático que nada más verme me dijo que le gustaba mi bañador de muchos colores, me preguntó que si era del pueblo y cuando le dije que seguramente más que él, pues yo había nacido en mi casa en la calle Nueva y que él para nacer se habría tenido que ir a Cáceres. Se quedó cavilando sin entender lo que le decía. Le expliqué que entonces nacíamos todos en el pueblo, pero que ahora, por el bien de la madre y del niño es mucho mejor nacer en un hospital. Y que el hecho de nacer en Cáceres no le hacia ser menos monroyego, que era una broma que le estaba gastando, cosa que pareció comprender enseguida.

Por cierto, en Cáceres hemos descubierto un establecimiento para quitarse el sombrero, La Tapería. Nos llevó mi primo Vidal. Lo regentan  los hermanos argentinos Javier y Emi, y se nota que les gusta su oficio, hacen el trabajo gustoso, como diría Juan Ramón Jiménez, son vocacionales y eso se nota, transmiten su entusiasmo: Emi, por la cocina, y Javier, por los vinos. Javier está casado con Amaya que fue la culpable de que estos hermanos argentinos aterrizaran en Cáceres, da gusto el trato tan afable de los tres y el de  todos  los camareros.

Amaya está embarazada y tiene la sonrisa a flor de piel. Sal tu que vas cargada. Le dije en la puerta de entrada al local. Si sólo llevo un platino, me soltó con una sonrisa de oreja a oreja que invitaba a entrar sin ningún recelo.

La relación calidad precio es inmejorable, probamos entre otros exquisitos platos la parte del cerdo ibérico denominada  ‘lagarto’, que es muy jugosa y suave,  mejor aún que la presa, el secreto o la pluma. Una exquisita ensalada de canónigos con ventresca y tomate rallado y una tarta obsequio de la casa, con una textura y sabor a prueba de golosos recalcitrantes.

Javier nos recomendó dos vinos extremeños realmente excelentes el Nadir, muy goloso y afrutado, que tiene un premio nacional como el mejor vino de menos de seis meses de crianza en roble, y un Gran Buche de viñas viejas realmente excelso; es de la zona del Raposo, donde hay un balneario que tiene una bonita leyenda, como la de casi todos los balnearios.

La verdad es que ha sido un fin de semana muy agradable, hemos disfrutado. En Monroy tomando el viernes el aperitivo en el Casino en compañía de buenos amigos como Emilio, Juanvi, José Ignacio y su mujer. Y en Cáceres paseando por Cánovas, sentado en sus terrazas, y degustando exquisitos platos en La Tapería, con la inmejorable compañía de Vidal  y Maria.

Y un detalle que, aunque parezca insignificante para mí tiene mucha importancia, casi siempre se critica  a los funcionarios su falta de celo y dedicación en el trabajo, pues bien este no es el caso de Juan Diego, funcionario del Ayuntamiento de Monroy, que cuando se le escucha dar los pregones desde los altavoces situados en el Reloj del Ayuntamiento, uno se siente transportado hacia otros tiempos, cuando escuchaba en las esquinas la turuta que hacían sonar  los antiguos alguaciles Eloy y  José.

Y digo que no es el caso de Juan Diego, porque él, ante un error mío en la entrega de un dato, tuvo a bien venir a buscarme a casa para que subsanase el error. No he hablado mucho con Juan Diego pero siempre me pareció un hombre afable y un buen profesional, detalles como estos, que parecen insignificantes, son los que nos hacen la vida más llevadera y creamos que no todo está perdido, que todavía queda gente, como el amigo Juan Diego.

viernes, 17 de junio de 2011

PRIMOROSA PRIMAVERA






Entre mis mejores recuerdos están sin dudas las mañanas de primavera, cuando de ‘motu proprio’ madrugaba, y emulando a Don Quijote me  disponía, montado en mi yegua blanca, a  conquistar la gloria del  mundo,  eso sí, con los pies bien puestos en el suelo del campo extremeño donde no sólo mis pulmones se ensanchaban con el aire tibio y perfumado de una primorosa primavera, todo mi ser sentía ensanchado, prolongado y elevado ante entorno tan privilegiado.

Fue sin duda una de las mejores  épocas  de mi vida, en todo el curso lo único que tenía que hacer era repasar el grupo de Ciencias que me había quedado de Reválida de Cuarto, que curiosamente era donde mejor nota media tenía. El  24 de junio de 1964 obtuve el título de Bachiller Elemental.

El fútbol ocupaba prácticamente todas las horas de mi ocio, jugábamos al fútbol antes y después de comer, antes y después de merendar y hasta antes y después de cenar. Hubo un momento, después de un glorioso día que paré todo lo que llegaba a mi portería, que llegué a creerme que valía para portero. Me sentí muy halagado cuando el mejor jugador del pueblo, Antonio Plaza,  me dijo que estaba parando muy bien.

Yo era del Real Madrid y esta es la primera alineación que recuerdo de memoria:

Vicente, Marquitos, Santamaría, Pachín, Vidal, Zárraga, Canario, Del Sol, D’Stefano, Puskas y Gento.

Un día llegué a casa diciendo que Vicente se había  roto un brazo, me estaba refiriendo al portero del Madrid, pero mi madre se creyó que me refería a mi hermano Vicente y se puso muy nerviosa, yo creo que en mi fuero interno jugaba a provocar el  malentendido. 

Mi hermano Vicente no se había roto un brazo, pero yo si que le rompí un diente a mi hermana Paqui. Estaba bebiendo algo de la nevera, llegó mi hermana y me quitó la botella para beber ella. Enfadado por habérmela quitado, cuando ella estaba bebiendo a morro, le di un golpe al culo de la botella y le rompí el diente por la mitad.

Eran los primeros tiempos de Carrusel en Radio Madrid, con Vicente Marco y Juan de Toro cuando este repetía cada dos por tres el famoso eslogan:  Anís de la Asturiana su presencia siempre agrada.

Cuando hice mi primera quiniela, entonces era de dos columnas, no había múltiples y había que echarla antes del jueves. Recuerdo  a Juan de Toro dando la quiniela y yo comprobando el resultado de la primera columna y esperando que diese el resultado para la segunda. ¡Pensaba que había que acertar dos quinielas una para cada columna ¡Anda que si no era fácil acertar una como para acertar dos!

Uno ha estado ligado a la Cadena SER desde los tiempos en que mi hermana Puri sintonizaba Radio Sevilla  para escuchar que el hijo del ganadero  no quería ser matador, que una pena que, además, era mora nublaba la razón, que la zarzamora lloraba y lloraba por los rincones, que las mozas que se  apoyaban en el quicio de la mancebía, se enamoraban de los que tenían  los ojos muy verdes y con brillo de faca, que según José Luis y su guitarra, Mariquita era bonita, graciosa y chiquita, que alguien se daba la media vuelta y se iba con el sol cuando moría la tarde.

Ojos verdes es una de mis canciones favoritas, sobre todo desde que me enteré que se la cantaban las mocitas del pueblo al guapo mozo que era mi padre. Dicen, que me parezco mucho a él, aunque ya quisiera uno tener los ojos tan  verdes como mi padre, los míos, según mi mujer, son verdes ‘amarronaos’.

La Cadena Ser de Pepe Iglesias ‘El Zorro’: Yo soy el zorro zorrito para mayores y pequeñitos, yo soy el zorro señores de mil amores voy a cantar.

La cadena Ser de Matilde, Perico y Periquín, el abuelo Porretas, del teatro radiado por su gran cuadro de actores: Pedro Pablo Ayuso,  Matilde Conesa, Matilde Vilariño, Juana Ginzo.

La cadena Ser de Ustedes son formidables, con un  histriónico Alberto Oliveras y su sinfonía del Nuevo Mundo.
 
La Cadena SER donde Kiko va participar en el Carrusel la temporada próxima,  mi hijo Javier me había anticipado la noticia. Uno va a sentirse más  a gusto, todavía, escuchando Carrusel sabiendo que hay gente amiga en sus ondas y con un gran sentido del humor. Y aunque Kiko es Atlético no se le nota, pues es muy ecuánime en todos sus juicios.

Aquellas madrugadas de primavera donde uno soñaba con su futuro y quería ser delineante, mi madre pagó  un curso por correspondencia con CCC para delineante proyectista, uno enseguida se dio cuenta que no iba muy bien encaminado, pues  había que ser muy cuidadoso para dibujar, cosa que no iba con mi natural carácter, sobre todo en aquellos tiempos de la tinta china, el curso nunca lo terminé

Contestaba a los anuncios de los periódicos haciéndome pasar, claro está, por mayor de edad, recuerdo que en uno que pedían representante de persianas, puse que mi profesión era linotipista. ¿Qué pintaba un linotipista vendiendo persianas?

Uno no sabía que esta iba a ser su última primavera en su pueblo, pero fue tan intensa que ha quedado grabada de forma indeleble, el tiempo transcurrido no ha podido borrar los recuerdos, al contrario cada día que pasa son mejor valorados y es que no todos han tenido la suerte de tener sensaciones como estas:

En las madrugadas del mes de abril
sentir, palpar el rocío de la mañana
a lomos de una yegua torda o alazana
al trote o al galope, de frente o de perfil

miércoles, 8 de junio de 2011

EL ANGEL DEL CALZADO

La pasada semana cuando mi mujer se dirigía a llevar a reparar sus zapatos a la pequeña tienda del paseo Imperial, casi equina a Pirámides, vio que estaba echado el cierre y que había un papel de tamaño de un folio anunciando algo, pero como tenía prisa no llegó a cruzar la calle y no pudo leer lo que ponía.

Como sabe que suelo pasar en mis paseos diarios cerca de la tienda me pidió que lo leyese, y esto fue lo que ponía:

CERRADO POR

DEFUNCIÓN.

Uno albergaba la esperanza, a pesar de que sabía que Ángel estaba bastante enfermo, que la defunción no tenía por qué ser la de Ángel Sánchez, podía ser la de algún familiar.

Al volver a casa me encontré con mis amigos Javier Recas y su mujer Auri, y les comenté lo que ponía el anuncio, me confirmaron que el que había muerto era Ángel.

Llevamos viviendo casi veinte años en la calle Toledo, cuando vinimos a vivir y vimos la tiendecita con su rótulo EL Angel del Calzado, nos resultaba un poco retórico y ampuloso este nombre.

Luego pudimos comprobar que Ángel haciendo honor a su nombre, era verdaderamente y con mayúsculas un ÁNGEL DEL CALZADO.

Cuando le llevabas los zapatos te decía indefectiblemente: Mañana por la tarde puedes pasar a recogerlos. Cualquier reparación, por complicada que pareciese, estaba para el día siguiente y lo que es mejor, los zapatos quedaban perfectamente reparados y limpios y a unos precios verderamente económicos.

Ángel era del Atlético de Madrid y como sabía que mi hijo Javier escribía sobre el Atlético me decía: Dile a tu hijo que les dé caña a estos dirigentes a ver si se van de una vez por todas y el club pase a ser de los socios-abonados.

Descansa en paz amigo Ángel Sánchez, amable, cumplidor y profesional como la copa de un pino, un verdadero espíritu puro con cuerpo, un gran ser humano.


P. D.

Por mi hermana me entero que también ha muerto en Monroy, Fermina.

Fermina estuvo ayudando a mi madre en las tareas de la casa algunos años.

Recuerdo cuando estaba impaciente por la llegada del que entonces era su novio, creo que estaba haciendo la mili. Yo le gasté la broma de que no había llegado ninguno con cara de novio cuando me preguntó por él, previamente ella me había pedido que fuese a ver si llegaba en el coche de linea. Al ver la cara de desilusión que puso no pude por menos que decirle que no sé si su novio había llegado, pero que si habia venido uno que vivía en la calle Santos y que le llamaban Serena.

Fermina siempre estaba sonriente y de buen humor, era tambien una persona necesaria, de esas que te hacen la vida más agradable cuando estás a su lado. Descanse en paz. Desde aquí quiero enviar mi más sentido pésame a su marido Serena y a su hijos.

martes, 7 de junio de 2011

LOS RECUERDOS SUELEN CONTARNOS MENTIRAS



Siempre que me preguntan por qué llevo pajarita suelo contestar lo mismo: La llevo porque desde que vi a Gregori Peck en ese entrañable personaje de Atticus Finch en Matar un Ruiseñor, asocié que llevar pajarita no sólo era una cuestión de estética, sino también de ética.

Carlos Boyero el pasado día 6 de abril en un artículo en El País a propósito de Gary Cooper, (lo hacía extensivo también al personaje de Atticus), decía que este actor representaba sus personajes con tal naturalidad que veía en ellos representado virtudes tales como la nobleza y la determinación, la ética y la estética, la credibilidad y la humanidad.

No suelo ver mucho la televisión y menos grabar programas, no poseo el mando en casa y por ende no posee uno el mando de la tele, pero hace poco, al ver anunciada la película de Matar un Ruiseñor, una de mis favoritas, la grabé. Pues bien, resulta que Gregori Peck en ningún momento de la película llevó puesto una pajarita. Sí que la ha llevado en otras, pero en esta llevaba corbata.

Y con permiso de mi admirado Andrés Trapiello, al que no le gustan nada las pajaritas, no sólo ponérselas él, sino que se la pongan los demás. Tampoco le gustan que se diga corcel o alazán, para nombrar al caballo y a mí sin embargo me encantan estas dos palabras, de hecho están en alguna de mis poesías.

Me encantan esas dos palabras referidas al caballo para mí el más bello animal junto con el toro y me gusta llevar pajarita en las grandes ocasiones, aparte de que la pajarita aporta distinción, no sé si buena o mala, pero si que te distingues al ser el único que suele llevarla, aunque muchas veces renuncio a llevarla, por eso precisamente, por ser el único, me gusta embaucar a alguien para que se la ponga conmigo, por ejemplo a mi primo Vidal, así me siento más a gusto.

También es una cuestión práctica, la pajarita vale menos que una corbata y además no me las mancho tan fácilmente como me mancho las corbatas, aunque parezca difícil mancharse una pajarita soy capaz de hacerlo, que se le va a hace, uno es de natural descuidado.

El pasado día 27 de abril salí a celebrar el día del libro, llevaba en mente como libro a comprar, por encima de todos, Apenas Sensitivo de Andrés Trapiello, es el último publicado de su Salón de pasos perdidos, hace el número diecisiete, me quedan por leer cuatro que están agotados, aunque uno espera que los reediten como han hecho este año con el primero de ellos El Gato encerrado.

Cuando iba por la calle Bailen vi a Sergio Barriocanal dispuesto a cruzar hacia el otro lado de la calle, a su lado estaba Antonio Sanz, les saludé con un: ¡Hombre los desmarcados! Antonio y Sergio eran compañeros de mi hijo Javier en Marca y ninguno está ya en ese periódico, de ahí lo de desmarcados. Habían quedado con mi hijo en el Bernabeu para ver el partido de ida de la Champions, me preguntaron que si no iba a ir a estadio les dije  lo que suelo decir es estas ocasiones que prefería verlo en casa pues se sufre menos.

Entré en la Casa del libro de Gran Vía y allí no tenían Apenas sensitivo, se les había terminado, bajé a la planta sótano donde me indicaron que estaba otro que tenía anotado, Una mosca en la sopa de Charles Simic, por supuesto también de memorias y que luego no compré.

Estando en esta planta llegó una chica preguntando a un vendedor, también joven, por el libro Mala gente que camina, el chico dijo al mismo tiempo que la chica, en nombre del autor y yo también pensé en ese mismo momento en Bejamín Prado. El joven vendedor le indicó que de estar estaría en la planta de más arriba y le preguntó a otro joven vendedor que estaba a su lado si había leído Mala gente que camina, y sin esperar la respuesta del otro, se lo recomendó encarecidamente diciéndole que era una gran novela.

Salí de la Casa del libro de la Gran Vía sin comprar ningún libro, pensaba entrar en la librería de El Corte Inglés de Sol, pero me disuadió de entrar una gran cola, formada en su gran mayoría por señoras mayores, que esperaban la firma de Mariló Montero y un chico joven al que no conocía, estaban en la calle, al lado de la puerta de entrada a la librería por la Calle Preciados, firmando ejemplares de un libro de cocina.

Entonces pensé en la librería Méndez de la calle Mayor y allí me dirigí. En la puerta del teatro Arenal saludé a mi consuegra Carmina y a su hermana que esperaban para entrar en el teatro.

En la librería Méndez estaba firmando ejemplares de su libro Los enamoramientos Javier Marías, tenia también bastante cola, aunque no tanta, como la que tenía Mariló Montero.

Pregunté en la caja por el libro de Andrés Trapiello, Apenas sensitivo, el vendedor una vez comprobado que lo tenían me dijo pídeselo a Antonio. Éste estaba atendiendo a alguien que se presentó como empleada de la Editorial Alfaguara, esperé a que terminasen las presentaciones y le dije que el chico de la caja me había dicho que él me facilitaría el Apenas sensitivo, al principio puso pegas diciendo que no sabría si podría llegar a él entre tanta gente que estaba en la cola, pero enseguida vino con el ejemplar y lo mostraba ostensiblemente para que Javier Marías, que estaba enfrente lo viese. El tal Antonio no era otro que Méndez el dueño de la librería.

Cogí también un ejemplar de Los enamoramientos y cuando me disponía a pagar en caja, vi que al lado de Javier Marías, de pie, se encontraba Benjamín Prado. Al reconocerlo le dije que estaba leyendo su novela Operación Gladio, y que me estaba gustando mucho, la novela la compré la semana antes en el Aeropuerto de Barajas pues el libro Palabras a mano, de Ángel Gabilondo que llevaba de casa para leer durante el trayecto a Dublín me lo había dejado en el asiento trasero de mi coche en el que nos había llevado mi hijo Gonzalo.

Había estado en la conferencia que dio Benjamín en La Biblioteca Nacional, precisamente hablando de esta novela y de la satisfacción que sentía al haberla terminado y que hablaba de la matanza de Atocha, tema para mí muy sensible pues en el servicio militar coincidí con Javier Benavides Orgaz, uno de los abogados asesinados. Javier fue mi sustituto en las oficinas de la Dirección General de Mutilados cuando me licencié, e hicimos muy buenas migas en el periodo que estuvimos juntos.

También le hice saber los elogios que unos minutos antes había hecho de su novela Mala Gente que camina, el joven vendedor de La casa del Libro.

E intencionadamente le enseñé el libro de Trapiello y el de Marías, diciéndole: Sé que se llevan mal pero yo admiro a los dos y no me espero a que Javier me lo firme porque no llego a tiempo a ver el partido, a todo esto Javier Marías seguía firmando y no sé si se dio cuenta de lo que hablamos Benjamin y yo.

Benjamín dijo que se encontraba nervioso e impaciente debido al partido que iba a celebrarse entre el Barcelona y el Madrid, quedaba menos de una hora y por la gente que había en la cola no creo que Javier Marías llegara a tiempo a verlo empezar.

Le dije que había que hacer caso a lo que dice Sánchez Ferlosio sobre el futbol, que lo mejor para no sufrir es no tomar partido por ningún equipo, aunque en vez de decir Sánchez Ferlosio, debí decir Andrés Trapiello y me dijo si a Andrés no le gusta el fútbol, ni a Sánchez Ferlosio tampoco pensé yo, pero algo de razón tiene pues con el fútbol se sufre más que se disfruta, hasta el mismo Guardiola que ha ganado un montón de títulos se le nota que sufre más que disfruta.

Por cierto totalmente de acuerdo con el artículo de Javier Marías sobre Mouriño en EPS, un equipo como el Real Madrid no debe tener como entrenador a un mal educado, prepotente y que siempre echa las culpas a los demás.

No suelo leer novelas, en esto también pienso como Rafael Sánchez Ferlosio que después de escribir El Jarama una de las mejores novelas que uno haya leído, no volvió a escribir sobre este género. Ferlosio dice que le gustan las mentiras verdaderas, no sé si se refiere a que le gustan las mentiras que no pueden ser verdad o acaso se refiera a que las mentiras que le gustan son las que puedan ser verosímiles.

Aunque últimamente he leído varias novelas, además de la de Bejamín, he leido El Buque Fantasma de Trapiello y Los enamoramientos que acabo de terminarla. Me han gustado mucho las tres y por supuesto habrá que comprar Mala gente que camina.

Ahora disfrutar, lo que se dice disfrutar, como con Apenas sensitivo con ninguna novela.

Detrás de mi, en la cola para pagar en caja estaba un señor que me saludó, era Antonio Gil al que hace años le había alquilado una oficina en Ática, posteriomente se marchó a Valencia.

Quizás la causa de estos encuentros, en apenas dos horas en un Madrid tan grande, haya que agradecérselo al señor Cervantes y al señor Shekaspeare, que ejerciendo de santos laicos en el día de su onomástica facilitaron este serie de agradables casualidades.

Los recuerdos

Los recuerdos suelen
contarte mentiras.
Se amoldan al viento,
amañan la historia;
por aquí se encogen,
por allá se estiran,
se tiñen de gloria,
se bañan en lodo,
se endulzan, se amargan
a nuestro acomodo,
según nos convenga;
porque antes que nada
y a pesar de todo
hay que sobrevivir.

Recuerdos que volaron lejos
o que los armarios encierran;
cuando está por cambiar el tiempo,
como las heridas de guerra,
vuelven a dolernos de nuevo.

Los recuerdos tienen
un perfume frágil
que les acompaña
por toda la vida
y tatuado a fuego
llevan en la frente
un día cualquiera,
un nombre corriente
con el que caminan
con paso doliente,
arriba y abajo,
húmedas aceras
canturreando siempre
la misma canción.

Y por más que tiempos felices
saquen a pasear de la mano,
los recuerdos suelen ser tristes
hijos, como son, del pasado,
de aquello que fue y ya no existe.

Pero los recuerdos
desnudos de adornos,
limpios de nostalgias,
cuando solo queda
la memoria pura,
el olor sin rostro,
el color sin nombre,
sin encarnadura,
son el esqueleto
sobre el que construimos
todo lo que somos,
aquello que fuimos
y lo que quisimos
y no pudo ser.

Después, inflexible, el olvido
irá carcomiendo la historia;
y aquellos que nos han querido
restaurarán nuestra memoria
a su gusto y a su medida
con recuerdos
de sus vidas.


jueves, 14 de abril de 2011

CUANDO LA LUZ SALE, LA SOMBRA APARECE







Leyendo Memorias de un niño de derechas de Francisco Umbral me entero de que el niño Jesús de la Bola que teníamos en mi casa y por el que me enfadé tanto con los misioneros que vinieron a Monroy a re-catequizarnos, se llama en realidad el niño Jesús de Praga.



En este estupendo libro sobre la infancia de Francisco Umbral en Valladolid, el autor se nos muestra como un ser desvalido y vulnerable, muy lejos de la imagen a la que nos tuvo acostumbrado en su edad adulta, donde se nos mostraba como un ser terriblemente engreído, arrogante y suficiente.



Umbral habla con frecuencia de los olores de su infancia, y es que no hay nada más evocador que los aromas. Ayer mismo paseando por el Parque de la Arganzuela que ha sido remodelado totalmente, dentro de la faraónica obra Madrid Río, que se culminará precisamente mañana con la inauguración de este parque de la Arganzuela, observé que entre los numerosos árboles que han plantado han echado una capa con trozos de corteza de pino y ese olor tan característico de la madera de pino, que a mí me resulta especialmente agradable, me transportó a la niñez y lo asocié inmediatamente al taller de tío Pedro el "aperaor" donde se fabricaban arados y carros.



Buscando palabras usadas en Monroy que me gustan especialmente, tales como camándula, descaliento, enjalmo, farraguas, jarapal, pizpierno, tarama. Empecé por la palabra portañuela, a continuación busqué calzonas y me encontré con esta definición: Calzón con portañuela, que llega a media pierna y es usado especialmente por picadores y vaqueros.



Quizás sólo fuese una simple casualidad que apareciese portañuela en la definición de calzonas, pero yo me inclino mas bien por la teoría que defiende Bertrand Russell sobre el poder que el subconsciente ejerce en nuestras decisiones, probablemente en alguna ocasión anterior había buscado la definición de calzona y mi subconsciente me llevó a ella al buscar la palabra portañuela.



Por cierto la palabra descaliento que se usa en Monroy, habría que traducirla creo yo como disgusto, sinsabor, y de ésta dice a su vez Andrés Trapiello, que lo llamamos sinsabores con lo amargos que son, amargosos añadiría yo dicho en Monroyego.



Russell defendía que el subconsciente trabaja sin que nosotros nos demos cuenta, hasta tal punto que cuando tenia un problema en lugar de preocuparse, lo que hacía era aparcarlo y poco tiempo después, casi siempre al levantarse, le venía la solución para el problema que se le había planteado.



Cuando estuve en San Sebastián trabajando de botones en la agencia de publicidad García Iñiguez, uno de mis cometidos era recortar los anuncios que nos encargaban publicar en los periódicos, para adjuntarlos como comprobantes en las facturas a los clientes. En estos periódicos solían venir gran cantidad de anuncios solicitando Jefe de Contabilidad, yo entonces me propuse que sería jefe de contabilidad, sin saber muy bien en que consistía ese trabajo.



Al llegar a Madrid después de uno inicios en el departamento de contabilidad de la segunda empresa que me coloqué, seis meses después de la primera, que era una librería, vi que aquello de las cuentas no me gustaba mucho, me aburría soberanamente haciendo sumas interminables con aquellas pesadas máquinas sumadoras de entonces.



Me olvidé totalmente de lo de ser jefe de contabilidad y pensaba tirar por otros derroteros, de hecho me pasaron al departamento de personal. Pero en mi subconsciente debió quedar muy grabado eso de querer ser Jefe de Contabilidad y lo cierto fue que pocos años después, con veintitantos, logré serlo en esa misma empresa constructora.



Algunas veces pruebo como ejercicio de escritura automática a escribir sin pensar lo que voy a escribir y salen frases de este tenor: Cuando la luz sale, la sombra aparece. Concretamente esta frase me salió así espontáneamente un 23 de julio de 2007.



Cuando la luz sale, la sombra aparece, esta frase o aforismo o como queramos llamarlo, me gustó mucho y me sigue gustando, quizás no sea enteramente mío, y yo no he hecho más que repetir lo que han dicho otros. Es muy posible y muy probable que lo hayan dicho otros, pues como muy bien decía Eugenio D’Ors: Lo que nos es tradición es plagio, aunque pienso que a lo mejor es más acertado decir: Lo que no es traducción es plagio y ya se sabe aquello de que no hay nada nuevo bajo el sol.



Pero aunque no haya nada nuevo bajo el sol y todo este inventado, siempre será nuevo para el individuo lo que él descubre por si mismo, el mundo está ahí, pero no es mundo hasta que no lo percibe cada uno como tal. Lo que uno descubre, eso es totalmente nuevo para él, aunque ya estuviera descubierto hace mucho tiempo.



P.D. Hoy se cumplen diez años de la muerte de Magdalena, desde aquí mi recuerdo emocionado.





Mañana cuando amanezca

ya no estarás, Magdalena,

te has ido sin avisar,

te has ido sin darnos cuenta.


El día que has elegido

para irte Magdalena

ha sido un día luminoso

de la mejor primavera.


Los naranjos de tu puerta

exhalaban azahar

las cigüeñas de la iglesia

acompasaban tu volar.


Todo el pueblo de Monroy

te acompañó Magdalena

todo el pueblo de Monroy

y casi toda España entera.



Has visto Magdalena

que estábamos todos

has visto Magdalena

nuestros dolores y penas.


Has oído las campanas

como tocaban por ti

has oído nuestras plegarias

has descansado por fin.



Mañana cuando amanezca

ya no estarás, Magdalena

te has ido sin avisar

te has ido sin darnos cuenta.



Monroy, 14 abril 2001



Tambien hoy es el cumpleaños de Mati.


Felicidades Mati.


Un día de primavera,


un día 14 de abril,


nació una flor hermosa


nació una bonita rosa,


una rosa de pitiminí.


Su bonita sonrisa descubre


un talante alegre y entrañable,


por Cáceres, Monroy o La Cumbre


en invierno, primavera o verano


a su lado el ínclito, el inefable,


el gran amigo, Antonio Floriano.


14/04/2005

miércoles, 6 de abril de 2011

HIJOS, PADRES, ABUELOS Y BARBEROS




Llevo bastante tiempo sin escribir en este blog y uno no sabe muy bien el porqué. He de confesar que me siento especialmente bien cuando escribo y trato de contar mis vivencias de niño de pueblo. Mientras escribo el tiempo se me pasa volando y, además, me siento reconocido y halagado por las muestras de cariño que me llegan de la gente amable que entra a leer estas modestas reflexiones.


Puede ser que como está llegando a su término el contar la etapa de mi vida en Monroy, no quiero que esto se produzca, y quizás sea esta la principal causa, que mi subconsciente se resista a hacer, lo que ahora mismo estoy haciendo, escribir sobre la página en blanco y ponerme a contar mis historietas de abuelo Porretas, cosa, que por otro lado, modestamente es lo que pretendo, contar las vivencias de un abuelo a su nieto.


Y no porque considere que mi vida sea más interesante que la de otros, lo que sí han sido más interesantes y sobre todo cambiantes, son las circunstancias que me han tocado vivir, todos los de nuestra generación hemos vivido el cambio tan espectacular que se ha producido en los últimos cincuenta años en el mundo en general y el mundo rural en particular.


Por otro lado, solamente conocí a mi abuelo materno, Miguel, del que supe de algunas de sus experiencias de viva voz, aunque tampoco se prodigó mucho. De mis abuelos paternos prácticamente no sé nada. Muchas veces he pensado que si mis abuelos, o mis abuelas, y cito a mis abuelas no por parecer políticamente correcto, sino porque soy un convencido defensor de la mujer, se hubieran dignado escribir sus experiencias me hubiera interesado vivamente en ellas, sobre todo para conocer su postura ante la vida, sus peripecias personales y su relación con el entorno y su tiempo.


Pensando en ti, querido Mario, por ahora el único nieto que tengo, y en los que puedan venir, auque en los tiempos que corren está muy caro eso de tener nietos, es el principal motivo por lo que escribo este blog. Espero que alguna vez y en alguna ocasión a ti te gustará, mi querido y cariñoso Mario saber lo que pensaba tu abuelo de la vida y sobre todos de las personas.


Leyendo las memorias de León Tolstói sobre su infancia y adolescencia viendo lo cariñoso que era, que besaba a todo el mundo y fundamentalmente a las personas de su servidumbre, lo he relacionado contigo, pues era tan besucón y cariñoso como lo eres tú. Ojalá llegues a parecerte al gran Tolstói, no ya el ser un gran escritor, sino, en lo que es más importante, en ser una gran persona. Yo creo Mario, que estás en el camino y si sigues así, sin duda, serás una buena persona.


Y de mi nieto a mi padre, unas de las buenas cosas que mi madre nos inculcó fue el dar las buenas noches cuando nos íbamos a dormir, recuerdo como íbamos todos uno detrás de otro en fila y por orden de nacimiento a dar las buenas noches a mi padre que estaba en el bar y me agradaba, especialmente, el olor que desprendía y la suavidad de la cara de mi padre cuando estaba recién afeitado.


Entonces los hombres no se afeitaban ellos, sino, que lo hacían en la barbería, o en el caso de algunos privilegiados, como mi abuelo Miguel, venían a afeitarle a casa una vez a la semana. Recuerdo ver a José y a Paco, hijos respectivamente del Señor Gregorio y del Señor Juan, los dueños de las dos peluquerías que había en el pueblo, cuando venían a afeitar a mi abuelo, y como afilaban la navaja en el asentador de cuero y como enjabonaban bien enjabonada la cara de mi abuelo con aquel jabón cilíndrico tan blanco y como limpiaban la navaja en recortes de hojas de periódicos. Cuando la navaja hacía algún pequeño corte en la cara se ponía un trozo de papel de fumar para parar la sangre.


Hablando de mi padre, recuerdo cuando se producían las conversaciones en la barra del bar, yo esperaba que él fuese el que tuviese la razón, que fuera el que mejor se expresara, y el que más sabía de todos los que estaban alrededor de la barra del bar, él estaba en un plano un poco más alto que los parroquianos, ya que estaba subido sobre el entablado que se ponía en el lado de dentro del mostrador.


Por supuesto no siempre era así, por mucha admiración que uno tenga por su padre a determinada edad, yo me daba cuenta que mi padre permanecía callado mucho más tiempo del que hablaba, cosa que ahora lo considero como una virtud y no como un defecto, pues sabía escuchar y lo que también con el tiempo he observado que mi padre tenía espíritu crítico y sentido del humor, pues se reía de si mismo.


Mi padre contaba que cuando estaba en intendencia con el camión para repartir víveres a los que estaban en el frente en el lado Nacional, en la única ocasión que la aviación republicana bombardeó la zona por donde se movía se tiró al suelo y el miedo le hacía intentar esconder la cabeza en la tierra, de tal forma que se hizo sangre en la nariz.


Contaba como vino rico de la guerra a costa de hacer estraperlo con las provisiones que se quedaban, el que parte y reparte se queda con la mejor parte, sobre todo traficaban con el café, él admitía que eso no estaba bien, pero que se vio impelido a hacerlo porque así se lo ordenaban sus jefes, él como soldado de confianza del capitán era el encargado de hacer las transacciones y a cambio recibía una parte de lo recaudado.


Con el dinero que trajo de la guerra se compró una camioneta de segunda o quizás tercera mano, y compartió la aventura con su hermano Vidal, trataban de hacer una empresa de transporte, pero ninguno de los dos tenía carné de conducir y contrataron a un chofer, y claro está, una sola y destartalada camioneta no daba para pagar a tanta gente y el negocio se vino abajo.


Cuando hablaba de la guerra, aunque a él le fue bastante bien en ella, reconocía que todas las guerras, y la guerra civil en particular, eran una verdadera calamidad, decía que la gente en su mayoría se había visto involucrada en ella no por ideología, sino que le había tocado en un bando o en el otro, en función de donde vivían. Nunca le vi mostrar odio con los vencidos de la guerra, al contrario, criticaba sin ambages a los que ejecutaron a la gente del pueblo que era considerada de izquierda, decía que eran verdaderos asesinatos, y se negaba a llamarlos, como se hacía eufemísticamente, purgas o paseos.


Incluso le gustaba escuchar por las noches a la famosa Radio Pirenaica, aquella emisora que tenía aquellos característicos pitidos que se producían a sintonizar la radio por onda corta, y aunque nunca renegó de ser un hombre de derechas, presumía de ser requeté, decía que aunque Radio Pirenaica decía muchas mentiras, era conveniente escucharla de vez en cuando para contrarrestar las mentiras que se decían por la radio ubicada en este lado de los Pirineos.

Aunque estuvo toda la guerra con un camión no supo nunca conducir, esto no fue óbice para que estuviese empleado los últimos doce años de su vida laboral en un garaje de la calle Ferrocarril, propiedad de Luis Gómez-Montejano, el que fue presidente interino del Real Madrid, los coches los movía empujando con el hombro con la puerta delantera abierta de esta manera maniobraba a la vez con el volante.


Con este señor, Montejano, recuerdo dos encuentros, uno fue en la playa de Santa Pola, donde coincidimos mis suegros, Maribel y yo, con él y su mujer una mañana del mes de agosto de 1974, les hizo mucha gracia que mi hijo Javier le llamase tío, a Antonio, el hermano pequeño de mi mujer, se llevan dos años, pero mi hijo Javier siempre ha sido muy grandote y parecían, más que tío y sobrino, hermanos, entonces Javier no había cumplido aún los tres años y Antonio tenía cinco.

El otro, fue allá por el año 1990, cuando se presentaban las parcelas del Pasillo Verde que iban a salir a concurso-subasta, allí estaban todos los empresarios del mundo inmobiliario, yo le reconocí enseguida pero no pensaba decirle nada, fue él quién me preguntó a qué empresa representaba, cuando se lo dije me pidió opinión sobre el precio medio que yo consideraba que se adjudicarían, creo que le contesté sinceramente, pues pensábamos que el precio sería de unas treinta y cinco mil pesetas de repercusión por metro cuadrado edificado.


No tuve por menos que decirle que mi padre era Andrés, que estuvo empleado por la noche en el garaje de su propiedad que estaba en los bajos de la casa donde vivía en la calle Ferrocarril. Creo que se alegró sinceramente, me dijo que le diese recuerdos a mi padre y que le felicitara por tener un hijo que era gerente de un grupo de empresas inmobiliarias siendo tan joven.


Luego resultó que la mayoría de las parcelas les fueron adjudicadas a REYAL a cincuenta mil pesetas metro cuadrado. A lo mejor pensó de mí que trataba de engañarlo, pero sinceramente era el precio que habíamos barajado entonces como justo.


De todas formas si hoy comparamos el precio de cincuenta mil pesetas del principio de los noventa, con el que se produjo en el mayor auge de la burbuja inmobiliaria que llegó a ser de diez veces más. Ahí tenemos una de las razones fundamentales del porqué de la crisis actual.


Mi primo Jesús Simón, me ha enviado escritas muchas anécdotas del pueblo, no todas se pueden contar, entre ellas hay alguna sucedida con su padre Isaac, que se casó con mi tía Maria hermana mayor de mi padre y que le llevaba veinte años. Isaac y Maria ejercían casi de padres con el mío, pues se quedó huérfano muy joven. Jesús, cuenta como su padre se llevó al mío de caza y cuando estaban en perfecto silencio porque vieron una liebre, el no se pudo contener y pensando que su cuñado tardaba demasiado en disparar, imitando el sonido de la escopeta dijo: Pum, pum, muerta, muerta. Menos mal que Isaac logró, a pesar del grito de mi padre, abatir la pieza.


Otra fue cuando vino con permiso en plena guerra civil y le presentaron a su sobrino Justo, hijo de su hermano Eustasio (Tío Churro), cuando vio lo rubio que era lo cogió en brazos y alzándolo exclamó: Alemán, tenemos a un alemán en la familia.


Sé que mi padre sufría mucho cuando me veía triste, aunque el no lo manifestara con palabras, por sus gestos sabía que se preocupaba por mí. Aun con las dificultades económicas que padecíamos cuando estuvimos en Rentería, cuando los sábados o domingos me lo encontraba por la calle, siempre me preguntaba si me hacía falta dinero.


Luego vendría la edad de la bendita adolescencia, que aunque es una etapa bonita para recordar, es también la edad donde más injusticias cometemos en nuestros juicios, uno a esa edad deja de mitificar la figura del padre e incluso la desdeña, para afortunadamente, volver a recuperar su estima cuando uno empieza a jugar el papel de padre y va viendo a lo largo del tiempo, lo mucho que se va pareciendo al suyo, cada vez más, y no sólo físicamente.


Mark Twain, uno de mis escritores favoritos, tiene un aforismo, entre los muchos y buenos que tiene, que viene muy bien aquí sobre la consideración que merece la figura del padre en función de la edad de los hijos dice:


Cuando yo tenía catorce años, mi padre era tan ignorante que no podía soportarle. Pero cuando cumplí los veintiuno, me parecía increíble lo mucho que mi padre había aprendido en siete años.