martes, 14 de febrero de 2012

YA NOS VA TOCANDO


Uno está dando vueltas a ver si de una vez por todas rompe la inercia y se decide a escribir algo nuevo en el este blog.

Ya había decidido empezar a contar las peripecias de mi vida  ocurridas fuera de Monroy, me asaltaba la duda de si  seguía contándolo en este blog, creaba uno nuevo con un título menos localista o aprovechaba, el también creado por mi, de Piezarza.

Ayer  me llegaron dos noticias que me han impactado muy de veras, me llamó mi mujer para decirme que mi hermana Mena estaba tratando de comunicar conmigo para darme la noticia del fallecimiento de mi primo Isaac.

Mi primo Isaac había ido en las fiestas de los toros el pasado septiembre, parece ser que su familia le había llevado a su pueblo a despedirse de él definitivamente.

Ese fin de semana estaba en Monroy y me enteré por mi primo Vidal que había  estado con él, pensé que nos veríamos, pero tuve que salir precipitadamente al comunicarme que mi hijo Carlos estaba ingresado en un hospital en Madrid, afortunadamente solo fue un susto, pero lo cierto es que no vi a mi primo Isaac y me quedé con cierto  reconcome.

Al mismo tiempo que me comunican la muerte de mi primo Isaac, me dicen que Crispín  había amanecido sin vida en su cama esa misma mañana.

De Crispín  si pude despedirme, concretamente el pasado sábado 4 de febrero, fui al Casino para ver el  partido del Madrid y resulta que Miguel Ángel, había decidido no comprar más los partidos de CanaL Plus.

A pesar de no dar el partido, me quedé amigablemente hablando con Julián Galea,  al poco tiempo llegó Crispín, y estuvimos los tres,  el tiempo que duró el partido, recordando  nuestra infancia de niños  de pueblo, niños humildes pero  libres y soñadores y en continuo contacto con la naturaleza, donde ésta ha tenido mucho que ver en nuestra forma de entender la vida.

Se despidió diciéndome: Andrés a ver si escribes lo de los papelinos de Don Juan Soria. Se refería Crispín a un episodio ya comentado  en este blog, pero que yo lo recordaba de otra manera,  él se echó toda la culpa y me exoneraba a mí, creo que muy bondadosamente.

Era cuando Don Juan Soria nos pilló con unos papelitos que intentábamos hacer llegar a las chicas y nos los pasábamos durante la clase unos a otros para ver lo que habíamos puesto cada uno, alguien los intercepto y se los dio a Don Juan.

Se armó la marimorena, teníamos sólo nueve años.

Y uno con su corazón de los lunes, al recibir la noticia de la muerte de dos seres muy cercanos en las vivencias de la  infancia, se queda más triste aún y piensa  que su generación está  ya en  puertas, por ley de vida,  de abandonar este mundo, aunque quizás este mejor dicho por ley de muerte.

Y recuerda en este día a su primo Isaac que tenía fama bruto,  pero que en el fondo era muy noble y cariñoso, recuerda cuando nos escapábamos en la hora de la siesta a bañarnos a la charca del Arcediano y  ejercía de primo mayor y me cuidaba y se preocupaba de que no me metiese en lo hondo.

Cuando uno se quedó admirado de la capacidad de su primo al beberse de un solo trago sin respirar  una botella de litro de La Casera.

Fue uno de los monroyegos que emigró a Alemania en los primeros años sesenta, con que ilusión  nos mostraba el magnetofón Grundig que se había comprado.

Se acuerda de su bondadosa madre, mi tía Juana, cuando iba con mi prima Mena todas las tardes a la era y me daba un suculento bocadillo de jamón.

Cuando con dieciocho años fui de vacaciones a Monroy a casa de mi tía María, tía Juana me  presentaba a las chicas del pueblo presumiendo de lo guapo que era su sobrino.

Cuando en las noches frías, como las de ahora,  íbamos todos los domingos de visita a su casa y de vuelta a la nuestra nos apretujábamos a mi madre como los pollitos para no sentir frío.

Y uno cree  haber averiguado el porqué nunca le dejaron ir al Lunes de Albillo con un caballo enjaezado, me cuenta Tomás Tobías que mi primo Isaac tuvo un accidente precisamente un Lunes Albillo con un caballo al que dejó malparado e inútil, hay que pensar la importante que era un caballo en esa época, y seguramente mi padre ante el temor de que me sucediera lo  mismo que a su sobrino, nunca permitió que fuese con un caballo enjaezado con una amazona al lado.

Uno se alegra de haber escrito la entrada  La escopeta de Crispín, sobre todo al enterarse de la ilusión que le hizo al amigo desaparecido cuando se  publicó.

Dicen que uno no muere del todo mientras le recuerden sus allegados, por ello quiero que estas entradas sirvan como homenaje y recuerdo a los  desaparecidos Isaac y Crispín, este modesto blog quiero contribuir a que permanezcáis  vivo en la memoria de los monroyegos.

Descansa en paz querido primo Isaac, descansa en paz querido amigo Crispín, desde aquí  mi recuerdo agradecido y emocionado por haberos conocido, y transmitir  mi más sentido pésame para vuestras familias.